El asesoramiento financiero, en general, persigue conciliar el presente y el futuro de quien lo recibe. Lo hace a través del consejo sobre cómo conseguir la mejor financiación y cómo realizar las mejores inversiones.
En el ámbito empresarial, el asesor financiero puede ayudar de muy diversas maneras, en función de las necesidades del negocio. Ayuda a comprender los riesgos, analizar la rentabilidad del negocio, mejorar la gestión de la tesorería, optimizar plazos, tipos de interés y condiciones de la financiación…
Para qué sirve un asesor financiero: resultados y funciones
El ámbito del asesoramiento financiero empresarial es muy amplio y adaptable a las circunstancias particulares de cada negocio.
Puede incluir, entre otras, las siguientes funciones:
- Estudio de alternativas de financiación.
- Apoyo en la elaboración de proyectos de inversión.
- Valoración de empresas.
- Valoración de activos concretos.
- Asesoramiento en materia de fusiones, escisiones o adquisiciones de empresas.
- Planes de viabilidad.
- Análisis de riesgos empresariales.
- Actuaciones en concursos de acreedores.
- Elaboración de informes financieros de uso interno.
- Análisis de los estados contables.
- Planificación financiero-fiscal.
- Estudio de alternativas para la cobertura de determinados riesgos.
- Asesoramiento en materia de seguros para empresas.
- Presentaciones a inversores.
- Relaciones con entidades bancarias.
- Renegociación y refinanciación de deudas.
- Servicios de auditoría y asesoramiento jurídico, contable y fiscal.
- Gestión de tesorería.
- Comparativas sectoriales.
- Asesoramiento para la mejora de los procesos administrativos.
- Elaboración de predicciones.
- Planes de negocios.
- Gestión de riesgos de tipo de cambio.
- Alternativas de financiación internacional.
- Financiación de exportaciones e importaciones.
- Proyectos de inversión en el extranjero.
Cómo saber si los resultados del asesoramiento financiero son buenos
En primer lugar, hay que determinar si la materia objeto de asesoramiento es necesaria o conveniente o no lo es. Nos podemos encontrar con aspectos que son irrenunciables porque son obligaciones legales, porque nos lo demandan las personas o entidades con las que nos relacionamos o porque son imprescindibles en los procesos de gestión.
Sin embargo, algunas labores no son indispensables, pero sí convenientes. Para saberlo, hemos de analizar qué aporta esa tarea a la empresa y cuáles serían los riesgos que podrían derivarse de no llevarla a cabo.
Finalmente, si una labor concreta resulta imprescindible o conveniente, debemos meditar si desarrollarla por nosotros mismos o encomendarla a una asesoría financiera. Hay que plantearse el coste de ambas opciones y la calidad de los resultados en distintos escenarios. Debemos tener presente que, ante entornos diferentes, las mejores respuestas pueden variar y que no siempre es sencillo cambiar la decisión inicial y volver a externalizar o internalizar una tarea financiera.